Esta es una serie de artículos que me han llegado gracias al aporte de un amo mexicano La verdad meparecen muy esclarecedores y por ello voy a ir colgandolos poco a poco en el blog
Gracias AMO duroperoseguro por este aporte
Gracias AMO duroperoseguro por este aporte
1.INTRODUCCION
Aunque se ha comprobado que algunos animales realizan actividades que les provocan placer, éste es un concepto fundamentalmente humano. La satisfacción y el placer son conceptos relacionados y vinculados con necesidades, sin embargo hay necesidades básicas y secundarias, las primeras: comer, beber, dormir, defecar o tener sexo para la reproducción, son comunes a todos los mamíferos incluyendo al hombre, su función es sobrevivir como especie.
Sin embargo el ser humano puede obtener placer de otras formas diferentes. Desde mirar un paisaje, escuchar el canto de un ave, saborear un platillo, oler un aroma, pensar en un ser amado, hasta realizar ciertas prácticas artísticas, religiosas, deportivas o sexuales por recreación, pertenecen todas a un tipo de placer cultural que solo puede ser experimentado por el Homo sapiens.
La diferencia mas importante entre el placer primitivo y el placer cultural, es que el segundo surge a partir de una actividad psico-socio-sexual. Es decir donde además del contacto pene-vagina entran en juego la imaginación, el aprendizaje, y las concepciones personales sobre la sexualidad.
Cada individuo posee un patrón personal respecto a su conducta sexual y este, está definido por una mescla de diferentes factores. La constitución genética, física, sexo, edad, educación, inteligencia, experiencias, sociedad, cultura, época histórica, etc. son todos elementos que imprimen un carácter único a cada individuo, podemos afirmar que en el sentido estricto no hay dos personas que tengan un mismo patrón de conducta sexual.
Para comprender las relaciones de Dominio-sumisión, es necesario recordar que el hombre proviene de la evolución de las especies animales y en mucho, mantienen estructural y funcionalmente rasgos semejantes a sus predecesores.
El dimorfismo sexual es la tendencia evolutiva que tienen los animales, especialmente los mamíferos superiores, a crear diferencias morfológicas y comportamentales entre machos y hembras de cada especie. En la mayoría de las especies animales, los machos desarrollan talla superior, mayor fortaleza física, carácter más agresivo y tendencia más controladora que las hembras; conductualmente, las hembras tienden a ceder, y dejar que los machos físicamente las controlen.
En donde el entorno lo permitió, las especies desarrollaron machos superiores, líderes del grupo, que sometían a otros machos y copulaban con cualquier hembra de la manada. Cabe reconocer que entre los animales la copulación solo tiene como objetivo crear descendencia, y por lo tanto el mecanismo principal es el momento de la ovulación de la hembra. Pero a partir de esto, los registros de los zoólogos muestran abundantes casos donde la sexualidad es un acto con tintes de dominio, donde finalmente el macho termina por imponerse y doblegar a la hembra. Especialmente curioso resulta la Lordosis, conducta animal instintiva, en la que la hembra se aproxima al macho, arqueando su cuerpo y levantando la cola, exponiendo el trasero, ofreciéndose sexualmente a él, en un acto que puede interpretarse como una invitación explicita a ser poseída .
Aun cuando el hombre es un animal con capacidad para reflexionar sobre sus actos, en parte, el sexo es un acto instintivo, orientado bioquímicamente por hormonas y neuro transmisores, por lo que no escapó evolutivamente a desarrollar estructuras y funciones semejantes a los animales.
El diseño del falo es estructuralmente intrusivo, y el de la vagina, receptivo. La copulación misma, conlleva un acto de dominio y sumisión. En mucho, durante el acto sexual el macho posee y la hembra se entrega; la penetración, en esencia es una invasión. La posición mas usual del hombre sobre una mujer, es obviamente controladora. La actitud de una mujer acostada sobre su espalda y con las piernas abiertas, puede interpretarse como un acto de rendición. Y los movimientos pélvicos masculinos durante la penetración, pueden ser vistos como un tipo de conquista instintiva.
Los últimos descubrimientos en neurología apuntan a responsabilizar a los neurotransmisores y las hormonas liberadas por estos, como participantes en un sinfín de conducta y tendencias humanas, entre otras, la depresión, la excitación sexual y la agresión. Incluso hay algunos experimentos que sugieren que en los homosexuales pasivos existen mecanismos neuronales semejantes a los femeninos. Pero en este campo aun está por decirse la última palabra.
Los estilos de crianza de ciertas sociedades o cultura, así como las formas de pensamiento que se generan en cada familia, influyen para que los individuos jóvenes adquieran esquemas cognitivos que influyen de manera importante en su comportamiento sexual adulto.
Uno de ellos es el manejo del poder, entendido como el mayor o menor derecho a influir sobre las acciones que ocurren en su mundo, y esto incluye a los otros individuos.
Algunas personas hombres y mujeres, crecen con la percepción de que pueden imponer sus ideas sobre los demás, que ellos son más importantes que el resto, que sus necesidades son prioritarias ante sus pares, y otros, por el contrario generan paradigmas en los que se excluye el enfrentamiento, y se opta por ceder ante los demás. Esto no significa, necesariamente, que una o ambas posiciones sean correctas o equivocadas. El punto de equilibrio es que los individuos funcionen y logren el menor conflicto posible.
El machismo, la misoginia, la discriminación, son conductas insanas relacionadas con un mal manejo del concepto de poder. Más allá de la mera elección personal, puede afirmarse que a partir de elementos, biológicos, genéticos, históricos y culturales, los individuos tienden sexualmente a disfrutar asumiendo roles que pueden estar orientados hacia la sumisión o al dominio.
Aun cuando la historia admite que este tipo de prácticas es ancestral, fue Alphonse Donathian de Sade, el divino Marqués, quien a través de su abundante y meticulosa literatura provocó que el tema diera fé de su existencia, desde hace mas de doscientos años.
Sin embargo, en muchas subculturas, aun no resulta totalmente aceptado que los individuos manifiesten tendencias y fantasías orientadas en este sentido. En este tema, el mundo homosexual es más permisivo que los heterosexuales. Y en la práctica, se puede encontrar que a diferencia de una mujer, en general, un homosexual pasivo está más dispuesto a complacer a su macho y le resulta más fácil atreverse a experimentar prácticas sexuales como los de Dominio-sumisión .
ACLARACIÓN CONCEPTUAL En esta versión, el texto se desarrolla en términos de una pareja homosexual masculina, sin embargo la información aplica para todo tipo de parejas que quieran conocer, experimentar o incluir en sus relaciones alguna práctica o juego de corte Domino-sumiso.
En la realidad los practicantes de este tipo de actividades utilizan diferentes términos para asignar los roles. En español se emplean Amo, Señor, Dueño o Master para quien conduce y controla; y siervo, esclavo o sumiso para quien es controlado. Este documento utiliza los términos Amo, Dominador, Dueño o Señor, de manera indistinta para designar a quien controla; y sumiso, esclavo, dominado o siervo para quien es controlado, sin ninguna otra justificación que un arbitrario recurso literario.
En cuanto al manejo de conceptos y términos usados por los aficionados y estudiosos de este tipo de prácticas, algunos establecen términos estrictos y otros mas laxos. Algunos de los más usados son: BDSM, sadomasoquismo, prácticas de dominio, control, servidumbre, servilismo, etc. Sin embargo, estos términos han adquirido cierta carga semántico-cultural que propicia confusiones y prejuicios en algo que, ya de por si, es complejo.
En mi percepción, los términos BDSM y Sadomasoquismo, en mi cultura (privinca mexicana) se asocian a enfermedad, es socialmente peyorativo y predispone negativamente al adulto común. También facilitan la exclusión del consenso como condición fundamental, al igual que control, servidumbre y servilismo. Este documento usará como acepción central la de DOMINIO-sumisión, en virtud de que a nuestro juicio es descriptiva, realista, tiene una menor carga peyorativa y se busca disminuir los prejuicios sociales y culturales, ofreciendo una visión con apertura, quitando ese matiz anti natural y enfermizo que se tiene sobre ellas, especialmente para personas que cuentan con poca, falsa o deformada información del tema.
2.PRINCIPIOS ONTOLÓGICOS
Tres son los principios que determinan la razón de ser de las relaciones de Dominio-sumisión.
PRINCIPIO DE INTENSIDAD. Cualquier actividad sexual aún la más común, puede ser practicada con distintos niveles de energía física y emoción. Por ejemplo, un beso o una caricia pueden practicarse con diferente grado, dependiendo de varias condiciones. Cada acto conlleva un nivel de energía que puede ir desde una sutileza delicada hasta una fuerza avasallante y violenta. Bajo este principio, la relación de Dominio-sumisión no es más que una práctica sexual con una intensidad especial.
PRINCIPIO DE LA VARIEDAD. Las actividades sexuales son también de diferente clase, el cuerpo humano y su capacidad sensitiva permiten que los humanos desarrollen una variedad casi infinita de formas para obtener o provocar placer. Cada cultura, cada época, cada sociedad, desarrolla actividades sexuales según su idiosincrasia y naturaleza, y eligen las que les son más placenteras. Las relaciones de Sado sumisión no son otra cosa que una variante más, dentro del stock universal de prácticas sexuales.
PRINCIPIO DE LA UNICIDAD MENTAL. La realidad objetiva es un algo que varía de individuo a individuo, incluso en el mismo individuo de un momento a otro. Una acción es percibida de diferente manera de acuerdo a la mente del individuo que la observa. Un beso o una bofetada tienen diferente significado para cada persona según el contexto y el pensamiento de quienes lo dan o lo reciben. Las actividades de dominio-sumisión resultan placenteras o no, de acuerdo a la mente de quien las practica. Así, el sexo oral resulta una práctica sucia para algunas personas y para otras, es sumamente placentera. Igual sucede con cada una de las diferentes acciones eróticas y sexuales que pueden realizar dos individuos. Cada quien desarrolla una forma personalísima de variantes para obtener placer durante las prácticas sexuales. La relación de Dominio-sumisión es pues, la aplicación física de una elaboración mental única e irrepetible de un individuo en particular, bajo circunstancias específicas.
- ANORMALIDAD, PERVERSIÓN O GUSTO?
Una de las críticas más comunes del individuo de la calle acerca de las prácticas relacionadas con las relaciones de Dominio-sumisión es el epíteto de “anormal”. Es interesante señalar que en relación con la conducta sexual, el concepto “normalidad” puede ser visto desde varios puntos de vista, uno de ellos es el “sentido común”. Éste es un punto de vista fundamentalmente matemático, ya que considera como aceptable lo usual, lo que la mayoría de los individuos practica. Sin embargo, junto a esta mayoría coexiste siempre la minoría, y por lo tanto lo que la minoría haga, se considera “anormal”.
Dicho en términos de la estadística, lo normal son los eventos agrupados en la parte central de la campana de Gauss, dejando fuera los eventos que ocurren en los extremos, o picos laterales de la campana. Un ejemplo que puede explicar esto es la práctica del sexo oral entre parejas heterosexuales. La estadística muestra que un 65 de parejas lo han practicado al menos alguna vez durante sus relaciones, que 5 por ciento lo utiliza en cada relación y que 30 por ciento no lo acostumbra. Desde un punto de vista matemático, los normales serian solo el 65%. Quedando fuera de ello tanto los que lo practican siempre, como quienes nunca lo hacen, lo cual obviamente es absurdo.
Actualmente existe consenso científico para afirmar que las personas no eligen autónomamente su conducta sexual, esta depende de distintas variables, entre otras: sus características físicas y emocionales innatas, el medio en el que se desarrolla y convive, la influencia de las personas que lo educan, las experiencias individuales, las decisiones que toma, etc., en conjunto, todo esto es lo que define el ser sexual de cada individuo.
Las relaciones de Dominio-sumisión entra dentro de las fantasías sexuales y parafilias más comunes en los individuos. Recordemos por ejemplo que entre los estadounidenses, en promedio el 19% de mujeres y el 54 de los hombres tiene al menos una fantasía sexual al día. La psicología tradicional sigue tratando de buscar el origen de las prácticas de dominio y sumisión. Algunos estudiosos creen que quien goza infringiendo cierta dosis de dolor y humillación, lo hace para comunicar, que él mismo teme a que alguien se lo provoque. Así mismo suponen que quien disfruta el sometimiento está pagando por adelantado una cuota para hacerse acreedor a experimentar placer. Pero como dijo Galileo E pur si move.
Aun cuando todavía existen todo tipo de interpretaciones, fundadas o con prejuicios sobre este tipo de prácticas, desde 1994, el manual internacional de enfermedades mentales DSM-IV, dejó de considerar las prácticas sádicas y masoquistas como una enfermedad. Siempre y cuando se realicen voluntariamente entre adultos y no generen desequilibrios en sus demás áreas de vida.
A pesar de que en cada sociedad existen leyes escritas y no escritas que permiten y prohíben ciertas conductas sexuales, los adultos tienen derecho a realizar cualquier tipo de práctica, que le provoque placer, a condición de que se realice en forma privada, voluntaria y sin daño para ninguno. Se reitera que estos actos son exclusivamente entre adultos.
Resulta paradójico que aún cuando existe mucha información en internet, la mayor parte de ella no cuenta con respaldo científico y está plagado de elementos mas fantasiosos que reales. Sin embargo también hay grupos que promueven un ejercicio informado, ético y placentero. (Ver anexo VI, DE CARNE Y HUESO)
Los estudiosos de sociología, antropología, psicología, etc., reconocen que las conductas de éste tipo son tan válidas como el resto, siempre y cuando no violenten derechos de terceros. Los practicantes del Dominio-sumisión no son pues, gente enferma mentalmente, ni trasgresora de la ley. Son, al igual que otra persona, gente inteligente, culta e inquieta; trabajadora responsable, cívicamente participativa. Integrada a núcleos familiares iguales que cualquiera, pero que tienen gustos particulares para una parte de su vida.
Aunque esto resulta teóricamente sencillo de entender, y suene políticamente correcto, en la realidad resulta difícil de practicar. La exclusión, discriminación y satanización, son hechos cotidianos especialmente en sociedades de desarrollo cultural como el nuestro. La existencia de crímenes por odio sexual nos prueba que esto es una realidad.
Aun entre grupos marginados como los homosexuales, existe la mentalidad de que solo es válido lo que nos gusta, y lo que no nos agrada, se descalifica. Por principio ético, es fundamental aceptar la diversidad. Lo que a mi me gusta no necesariamente debe gustarle a otros, y por correspondencia, debo aceptar el derecho de los demás para que hagan lo que les guste, aunque a mi no me parezca excitante, o incluso me resulte desagradable.
Finalmente, se esperaría que las personas que tienen este tipo de tendencia, fueran mucho más tolerantes que el resto de la población, ya que para llegar a reconocerse en si mismos como Dominadores o sumisos, debe de recorrerse un largo camino de autoconocimiento y exploración, que paralelamente conllevaría aceptar la diversidad en la conducta humana.
NIVELES DE DOMINIO Y SUMISIÓN
Entre los interesados en las prácticas de Dominio-sumisión existen ciertas diferencias, según la clase, el grado y la frecuencia con que las realizan. Hay quienes optan por variantes alrededor de la práctica sexual misma y otros se enfocan hacia la parte emocional. Hay quienes buscan experiencias light, otros que incluyen un stock medio y quienes desarrollan elaborados programas. También pueden distinguirse quienes tienen una experiencia única, quien lo hace eventualmente, hasta quienes lo convierten en un estilo de vida.
Dentro de los entendidos existen propuestas en el sentido de clasificar por el nivel de profundidad que alcanza este tipo de relaciones. Dichas clasificaciones resultan descriptivas e interesantes, dado que reflejan la visión personal de alguien, que de muy buena fe nos la comparte, sin embargo al trasladarlas a la realidad resultan rebuscadas, inflexibles y poco (o nada) objetivas.
Usando como referentes tres criterios: el tipo de prácticas, el estado mental producido, y duración de los encuentros, me permito proponer la existencia de cuatro niveles generales de prácticas.
NIVEL UNO, sexo duro
Comparando con una relación normal, en este nivel se genera mayor energía. Las caricias son más rudas los apretones más intensos, los abrazos fuertes, las penetraciones profundas. Entre los participantes hay un acuerdo un tanto implícito de realizarlo de esa manera. El dominante lleva control sobre las acciones; practicando sexo oral y anal con cierto grado de intensidad, especialmente en los momentos de mayor excitación. El sometimiento es principalmente físico, se centra en la manipulación puramente coital. En ocasiones el encuentro conlleva el uso de ciertas expresiones verbales orientadas hacia un lenguaje soez o vulgar relativo principalmente a los órganos sexuales, p. e. “te gusta que te meta la verga duro?”.
Las características destacadas aquí son: que el domino se centra en colocar al pasivo en varias posiciones y realizar penetraciones duras; que el pasivo accede a desempeñar ese rol como un medio para obtener más placer; y que la duración de este tipo de encuentros es prácticamente igual que un encuentro cotidiano. Esta es la práctica de dominio-sumisión más frecuente.
NIVEL DOS, sexo con dominio
El control no es solamente físico, se traslada parcialmente al plano emocional, la relación incluye algunas prácticas light de control a través de ordenar ciertas acciones complacientes no convencionales. En este nivel solo se aplican algunas prácticas de dominio y se circunscriben al momento de la práctica sexual, la cual dura más que un encuentro normal. La pareja tiene claro un rol específico para cada participante, y cada uno desarrolla una actitud acorde a su rol.
Aunque en este nivel el aspecto sexual sigue siendo prioritario, también empieza a estar presente el elemento mental. El sumiso otorga a su dominador un valor especial y acepta que ante él debe comportarse complaciente. Una parte de su propio gozo está basado en hacer que su dominador disfrute con su entrega.
Su deseo de complacer lo lleva a experimentar actividades que en otras condiciones le resultaban insoportablemente humillantes, dolorosas o repugnantes, pero que, al ser disfrutadas por su pareja, dejan de serlo para convertirse en estimulantes. Lamer pies, recibir nalgadas o que le hablen con palabras obscenas son algunas prácticas que comúnmente se aceptan en este nivel.
NIVEL TRES. El control físico y mental.
En este nivel el ingrediente mental es indispensable, y resulta tan importante como el sexual. Los practicantes de este nivel exploran la manipulación de los sentidos. Los juegos de humillación, vendaje de ojos, el bondage, y la aplicación de castigos con cierto nivel de dolor, son comunes. El dominante decide el tipo de prácticas que se realicen, pero en función de la expectativa del sometido. Al sumiso le resulta imposible el gozo si su dominador no lo obtiene. Los encuentros requieren cierta preparación y su duración es notablemente mayor que un encuentro común, tanto que ya puede hablarse de una sesión, porque implica una planeación.
En este nivel hay un incremento en el morbo por experimentar lo prohibido, normalmente las parejas inician con ciertas prácticas, pero pronto empiezan a incluir otras, sin embargo siguen considerándolas como complemento importante en su vida sexual. Un buen ejemplo de este nivel es el mostrado en la película nueve y media semanas.
En esta etapa, los practicantes de Dominio-sumisión, encuentran en ella un campo exploratorio y de autoconocimiento. Se descubre que el sometimiento, el dolor, la humillación y otras actividades sado serviles, provocan la liberación de grandes cantidades de endorfinas que hacen que el organismo experimenta sensaciones intensas y trastornantes. Esto funciona muy parecido a lo que experimentan los fans de los deportes extremos, o quienes en un parque de diversiones se sienten atraídos por la montaña rusa.
Otro elemento presente de manera invariable y permanente, es la necesidad de hacer explicito el control, para el dominante ejercerlo, para el sumiso, recibirlo. También se percibe a la Incertidumbre, como un factor altamente excitante, el no saber lo que sigue, genera una tensión placentera. Hay curiosidad exacerbada por un deseo exploratorio, que dicho sea de paso, fue el elemento crucial en la evolución del homo sapiens. Por esto es tan común la práctica de vendar los ojos al sumiso. El ponerse en manos de alguien, no saber lo que sigue, pero mantener la seguridad de que finalmente no serán lastimadas mas allá de lo acordado, es una de las experiencias mas intensas en las practicas de dominio y sumisión.
Aquí, las prácticas dejan de ser light y pasan a un nivel mas intenso pero controlado. Humillaciones permanentes, Spank, lluvia dorada, escupitajos, lamer botas y axilas, ataduras elaboradas, uso de látigo, control a distancia, etc. se vuelven cotidianas. Tanto el dominador como el sometido exacerban sus roles, adoptan sus papeles más allá del tiempo que duran los encuentros, tanto previamente como posterior a ellos. Esto puede suceder por horas o días pero siempre trasciende el momento del encuentro como tal.
En este nivel, los participantes se interesan por indagar más del tema, ingresan a grupos y sitios afines, buscan otros interesados, contactan encuentros en línea o en vivo;, y cuando son responsables, también se informan sobre los riesgos posibles y métodos recomendados.
Muchos individuos realizan este tipo de prácticas solo por razones de curiosidad y de experimentación, o por tener parejas que les facilitan el acercamiento. Luego de que su curiosidad ha sido satisfecha o que cambian de pareja, regresan a las prácticas usuales.
CUARTO NIVEL. El control profundo.
Para llegar a este nivel, resultan indispensables dos condiciones: que se hayan experimentado los niveles anteriores y que exista un alto grado de afinidad, confianza y comunicación entre ambos. Los participantes tienen claras las preferencias y límites, tanto de si mismos como de su pareja. Las prácticas dejan de ser algo eventual y se vuelve eje de los encuentros, que ahora son sesiones en forma, con prácticas elaboradas y rituales preparados ad hoc.
Hay ya el uso de parafernalia especial, collar, cadenas, fuetes, látigo, etc. El castigo y la humillación son llevados a niveles profundos, según se haya acordado implícita o explícitamente. El bondaje y el spank se especializan, el sumiso experimenta cera, pinzas, enemas y atmosferas de tensión emocional, e incluso otras aun mas extremas, como el fisting, scat, exhibicionismo, esclavismo 24/7, etc. Los participantes suelen implementar una palabra de emergencia para en caso de que se llegue a situaciones mas allá de lo acordado o de la resistencia.
Durante las sesiones, el dominador busca reiterar su control a través de los castigos y humillaciones. Cada gemido de su sometido le confirma que lo posee y que es su dueño, y esa posesión le provoca excitación. En el sometido, cada insulto y cada castigo le recuerdan que es propiedad de su castigador, y el sentirse poseído le hace sentir seguridad, lo que finalmente se traduce en placer.
Los participantes desarrollan una profunda y paralela convicción de haber nacido, uno para ser servido, y otro para servir. En su mente se encuentra instalada ya la percepción de posesión y pertenencia mas allá de lo que duran las sesiones. En cualquier lugar y hora de día, cada uno puede sentirse poseedor-poseído por el otro. Entre ambos se generan sentimientos de propietario-pertenencia a un nivel que puede llegar a lo obsesivo.
En esta etapa los dos buscan experimentar estados cada vez más profundo y más intensos mediante prácticas que los pueden llevar cada vez a terrenos de mayor control. El dominante desea experimentar actividades con límites cada vez mas amplios, tratando siempre de confirmar, que tanto es cierto que su sometido le pertenece.
papamaxo46 (skype)
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